¡Ser la madre más mala del mundo es todo un arte! Si ya te sientes culpable por cada decisión que tomas (porque claro, madre y culpabilidad van de la mano), ¡felicidades! Estás en el camino correcto para alcanzar ese codiciado título. Aquí te dejo una guía práctica para asegurarte de que tus hijos nunca olviden lo “terrible” que eres. (Ojo: se recomienda leer con grandes dosis de ironía y sentido del humor.)
1. Diles que “no” (porque claro, las madres buenas siempre dicen “sí”)
Nada dice “mamá malvada” como usar la palabra prohibida: NO. ¿Tu hijo quiere comerse un paquete entero de galletas antes de cenar? ¡Dile que no! Prepárate para el drama, porque según las leyes universales de la infancia, ¡el "no" es una traición imperdonable! Ahí, oficialmente te conviertes en una villana de Disney.
2. Haz que coman verduras (¡monstruo sin corazón!)
Una madre buena dejaría que sus hijos se alimenten exclusivamente de pizza, nuggets y helado, ¿verdad? Pero tú, la madre malvada de la historia, pones un brócoli en su plato. ¿Cómo te atreves? Los nutricionistas podrán alabarte, pero tus hijos te mirarán como si estuvieras planeando el fin del mundo.
3. Limita el tiempo de pantalla (seguramente eres de la Edad de Piedra)
Hoy en día, las pantallas son como niñeras tecnológicas. ¿Qué clase de madre loca les diría a sus hijos que dejen la tablet para salir al parque? Al hacerlo, les estarás mostrando que el mundo real tiene árboles, aire fresco y gente con la que pueden interactuar. ¡Qué horror!
4. Ponte firme con las rutinas de sueño (porque dormir es para débiles)
Todos sabemos que los niños deberían acostarse a las 3 a.m. después de ver vídeos de YouTube sin parar. Pero tú, madre despiadada, insistes en que se vayan a la cama temprano para que puedan descansar. Claro, lo haces solo porque odias la diversión y no quieres que tengan anécdotas locas que contar.
5. No les compres todo lo que piden (¿qué clase de tortura es esta?)
Tus hijos tienen una lista infinita de cosas que “necesitan” cada vez que entran en una tienda. Pero tú, con tu frialdad extrema, no les compras el juguete que vieron hace 10 segundos y que, por supuesto, cambiará sus vidas. ¡Eso sí que es maldad!
6. Los haces recoger sus juguetes (¿les pagarás por trabajar también?)
Los niños son pequeños genios en desparramar juguetes por toda la casa, y las madres malas les piden que los recojan. ¡Qué crueldad hacer que limpien su propio desorden! Definitivamente, estás subiendo en la escalera de “peor madre del mundo” por fomentar la responsabilidad.
7. No dejas que vean películas no aptas para su edad (qué anticuada)
Resulta que “Saw 12” no es la mejor opción para un maratón familiar, pero tus hijos no lo entienden. Te convertirás en la madre más aburrida del universo cuando les pongas películas animadas en lugar de películas de terror para adultos. ¡Que vivan las risas y los unicornios, qué horror!
8. Les obligas a hacer los deberes (y dejas que se equivoquen, ¡qué bárbara!)
En lugar de hacer sus deberes por ellos o decirles las respuestas, tú les animas a que lo hagan solos. ¡No, por favor, madre malvada, ayúdales! Todos sabemos que ser autodidacta y aprender de los errores no es algo que los niños realmente necesiten... ¿o sí?
9. Pones límites y reglas (claramente te gusta ver el mundo arder)
Imagina la audacia de decirles a tus hijos que en casa hay normas y que deben seguirlas. ¡Qué anarquía! Las madres de verdad dejan que sus hijos hagan lo que quieran, ¿no? Pero tú, al poner límites, te aseguras de que crezcan como seres funcionales, lo cual no tiene ni una pizca de diversión.
10. Eres una adulta coherente y estable (¡qué aburrida!)
Finalmente, la peor de todas las ofensas: ser una madre coherente y estable. Les enseñas con el ejemplo, no gritas sin razón y, lo peor de todo, les demuestras amor con límites y responsabilidad. ¡Qué espanto! No hay nada más “aburrido” que una madre que siempre está ahí, que los apoya, pero que también les enseña que la vida no es siempre fácil.
Y ahí lo tienes, el manual definitivo para ser la madre más mala del mundo. Si sigues todos estos pasos, seguramente tus hijos te dirán (al menos una vez al día) que eres la peor. Y mientras eso ocurre, ¡puedes sonreír con orgullo! Porque debajo de toda esa “maldad”, estás criando seres humanos responsables, sanos y felices… aunque ellos aún no lo sepan.
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